“Pongamos que suprime todo lo que crea deber a su educación y a su primera moral”.
André Gide- “El inmoralista”, obra que a Edith Piaf la encantó y se la recomendó a su amante, el boxeador.
La obra en sí, es curiosa, nada más. Pero el plantearnos de cómo actuaríamos sin los condicionantes de la moral y la educación que nos han metido tiene su punto.
5 comentarios:
Mi única moral la dictan los latidos de tu corazón. Quiero enredarme en tu aliento y enviar mi lengua a explorar tus bocas.
Y ahora Geisha, si te atreves, jura por tu Maru obi más valioso y delante de todos que no te has masturbado ante unos mensajes tan cálidos.
jajaja, querido samurai, juro por mi Obi más auténtico, que soy tan sofisticada en esas cosas que unos mensajillos de ese tipo me conmueven lo justo y no para tanto como lo que está pensando.
Beso su espada
Vuelvo de mis quehaceres con la guardia del Shogun y los que me conocen adivinan mi preocupación. Quizá mi último mensaje asustó a Geisha, mi bella y apetitosa flor austral. Yo había traspasado la frontera entre lo profano y lo sagrado y ya nunca me ofrecerá su pálida y suavísima nuca para deleite de mi mirada entrenada para la guerra. Pero no. Fuerte como el pilar de un Torii del templo de Inari y desinhibida como una mariposa, mi ama vuelve a recordarme quien manda con soltura y modales de seda.
No querido Samurai, no me asustó... puede usted cruzar lo profano y lo sagrado a su libre albedrío. Yo no seré quién le juzgue.
Me encantó eso de los modales de seda.
Beso su espada
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