24 diciembre, 2012

George Hurrell, el fotógrafo

Apodado el gran señor del retrato en Hollywood. Empezó fotografiando a estrellas del cine mudo y la MGM le contrató en 1930 para fotografiar su galería de actrices y actores: Joan Crawford, Clark Gable y Greta Garbo… inspiró un género “la fotografía glamurosa”.  Se trasladó a la Warner Bross y ayudó a crear carreras como la de Bette Davis, Humphery Bogart, Errol Flynn y James Cagney. En la Columbia forma la imagen de Rita Hayworth… Ya por libre fotografió a Liza Minelli, Paul Newman, Robert Redford y Sharon Stone.
En 1965 el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica una exposición.


08 diciembre, 2012

De Bobarys

Flaubert intercambió correspondencia con una escritora de segunda fila a la que no conoció jamás, Leroyer de Chantepie, consumada fans de Flaubert al que sacaba 20 años.

En su fascinación por Madame Bobary, hay un momento que la Chantepie se compara con ella y Flaubert le escribe: “No se compare con la Bobary. ¡Apenas se le parece! Dada su cabeza y corazón, valía menos que usted, pues es una naturaleza algo perversa, una mujer de falsa poesía y de falsos sentimientos. La primera idea que tuve fue la de convertirla en una virgen que viviera en medio de la provincia, envejeciendo de pena hasta los últimos estados del misticismo y de la pasión soñada”.

Hay un librito que es una joyita, titulado “Querida maestra…” Escritoras en la correspondencia de Flaubert”. Son una selección de cartas escritas entre Flaubert y George Sand y Flaubert y Leroyer de Chantepie. Destacan sobre todo las despedidas al principio frías y después efusivas de Flaubert-Sand y Sand-Flaubert.

La gata Fanchette de Claudine

“Fanchette también ama los libros como un anciano sabio y me atormenta todas las noches, después de cenar, para que le retire de la estantería dos o tres de los Larousse grandes de papá; el vacío que dejan constituye una especie de cuartito cuadrado, donde Fanchette se instala y se enrosca. Cierro el cristal, y su ronroneo prisionero vibra con un incesante ruido de tambor en sordina. De vez en cuando la miro, y entonces me hace señas con sus cejas, que alza como si fuera una persona (…)

Tienes una conducta bastante indigna. Dos o tres veces al año te encuentro en el jardín, sobre las paredes, con una expresión loca y ridícula, y una recua de mininos a tu alrededor. Hasta conozco a tu favorito, perversa Fanchette. Es un morrongo gris, sucio, flaco, sin pelo, con orejas de conejo y patas toscas. ¿Cómo puedes degradarte tanto y tan a menudo con ese animal de tan baja extracción? Sin embargo, cuando me ves, incluso en esos momentos de demencia, recobras durante un instante tu expresión habitual y maúllas amistosamente, como si quisieras decirme. “¡Ya ves cómo estoy. No me desprecies demasiado… la naturaleza tiene sus exigencias… Pero volveré pronto a casa y me lameré largo rato para purificarme de esta descocada existencia!”. ¡Oh, mi hermosa Fanchette blanca! ¡Te sienta tan bien portarte mal!

“Claudine en la escuela” - Colette