Me
ha pasado con Umberto Eco y su libro “El cementerio de Praga”. Por lo visto el
autor lo que quiere es provocar y conmigo lo ha conseguido. He abandonado el
libro a escasas cien páginas del final. Trata de un tal Simone Simonini, un
personaje totalmente antipático que insulta a jesuitas, judíos, y ya el colmo,
un misógino de tomo y lomo que, entre lo más suave, llama a las mujeres “meretrices
que propagan la sífilis”.
Un
autor puede provocar lo que le parezca, ahora bien, mi punto de provocación misoginia
llegó hasta donde llegó mi paciencia.