08 agosto, 2009

Cartas Beauvoir y Sartre

Este año se ha editado un libro que lo estoy disfrutando en estas vacaciones, lleva como subtítulo: “Tratado de los sentimientos a través de las más intensas cartas de amor de todos los tiempos”, subtítulo ambicioso, más que nada, porque todos, TODOS, los tiempos no caben y literatos e ilustres de la historia, tampoco. Es una recopilación del filósofo José Antonio Marina que ha titulado cursimente “Palabras de amor”. Digamos que da un repaso desde la época clásica, pasando a la pusilánime Edad Media, las turbulencias de los ilustrados, los alocados románticos y románticas, y el siglo XX con sus poetas, narradores y filósofos.

Se encuentran cartas de amores correspondidos, no correspondidos, cartas despechadas, cartas cariñosas, cartas autoritarias, cartas escurridizas, cartas ambivalentes del te quiero más en la distancia que cuando te tengo presente, cartas subidas de tono, las de Paul Eluard a Gala, antes que conociera a Dalí, cartas mentirosas del cuánto te quiero pero te pongo los cuernos sin que te enteres. Por ahí están los y las amantes enamorados. Los que tienen claro su amor, los que no lo ocultan, y los que lo ocultan, los dudosos, los místicos y las místicas (también enamorados).

Encontraréis cartas y fragmentos de cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdos (cuánto me gusta el sentido del humor de esta mujer); de Henry Miller a Anaís Nin, de Juan Rulfo a Clara, de Vita Sackville-West a Virginia Woolf, de Bernard Shaw a Stella, de Pablo Neruda a Albertina, de Pessoa a Ofelia, de Plinio a su esposa, de Safo, de Wilde, de Kafka... y cómo no, una reveladora carta de Simone de Beauvoir a Jean Paul Sartre (y la correspondiente respuesta del filósofo)

Beauvoir a Sartre:

Más tarde fui a esa fiesta que acabo de describirle. Y ahora me voy a la cama, pequeño mío, me caigo de sueño. Mi amor a quien tanto quiero, hubiera querido hablar con usted de todo esto, en lugar de escribirle, temo que mis cartas suenen demasiado a reproche y yo soy incapaz de querer reprocharle nada, es tan inimaginable, tan abstracto para mí. ¡Soy tan feliz cuando pienso que voy a verle dentro de seis semanas! El arreglo que propone es perfecto, nadie sospechará nada y nos veremos con toda tranquilidad. Mi amor, necesito tanto sentirlo de nuevo junto a mí, lo amo apasionadamente, carita que me observa con aire huraño desde la pared de enfrente. Buenas noches, dulce pequeño tan tiernamente amado.

Su encantador castor.

Sartre a Beauvoir:

Mi querido Castor: sólo unas pocas letras para decirle que la quiero con todas mis fuerzas y que es usted una chiquita bondadosa. He recibido su cumplida cartita, qué tristeza estar lejos de usted, mi pequeñas flor. (...) Adiós, mi pequeño Castor, mi pequeña flor. Pienso tanto en usted, todos estos días, sólo en usted y quisiera estar a su lado.

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Por cierto, Beauvoir, años después que tendría como amante al novelista norteamericano Nelson Algren, en una carta le confiesa que Sartre era un pésimo amante. Historia que está contada en el libro “A transatlantic love affair

**A Beauvoir la llamaban “Castor” por su energía y laboriosidad. Nelson la llamaría su “pequeño fetiche”, ella le dedicaría su novela "Los Manderines", donde da cuenta de sus relaciones amorosas.

2 comentarios:

.M dijo...

.


la joven castor se enamoró
de un joven pintoresco que
deambulaba por La Sorbona.
él la eligió entre miles.
ella lo subyugó.

.

me duele saberlo un mal
amante, me duele saber que
ella podría haber dicho algo
así de él.

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son la pareja que en mi
mente se articula como perfecta.

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interesante post señorita geisha.

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Geisha dijo...

Gracias, EME. Hablar de Beauvoir y Sartre siempre es largo y tendido. Es una pareja que se puede ver desde muchos enfoques. En breve les dedicaré un post al tema de sus infidelidades consentidas.

Intelectualmente, sí les considero la pareja perfecta. En la cama... me cuesta ver a Monsieur Sartre en postura horizontal haciéndole cositas a la Beauvoir. Al fin y al cabo, era de esperar que fuera un pésimo amante... Ella sí se lo dijo a su amante norteamericano porque con él sí conoció lo que era estar con un hombre (por favor, interprétese sin menospreciar a Sartre).

Besos