Conocí a la poeta hondureña Juana Pavón a través de una entrevista que hice a una directora y dramaturga de teatro española, Laila Ripoll, que me la citó calurosamente. Les dejo con un poema suyo que tituló “Deseos irreverentes” y que extracto lo más sustancioso.
Cómo me hubiera gustado estar en la cama con Walt Whitman,
beber en las cantinas de Malcom Lowry o “Bajo el Volcán”.
Procesar a mi manera a Franz Kafka.
Observar sigilosa y detenidamentea Francis Bacon.
Estar con Salvador Dalí en una tarde de toros y tocarle el trasero
mientras pensara en Gala o en Federico García Lorca.
Cantarle a Pablo Neruda mis poemas de amor y otras canciones desesperadas;
repetirle “De Profundis” con todos mis secretos sexuales
a Oscar Wilde y a su amante maldito.
Cómo quisiera estarme riendo junto a Baudelaire con mis quince años en su cama.
Tal vez me hubiera gustado cogerme a Hitler, a Calígula a Napoleón, a vos
y a otros hijos de la gran puta.
Filmar con Pier Paolo Passolini un Decamerón diferente.
Estar acariciando y besando a Rabindranah Tagore.
Hablar de amor con Juan Ramón Molina.
(...)
Echarle en cara a Marlon Brando, el no haberme conocido.
Perseguir a Felipe Buchard, a Ezequiel Padilla y a Simón,
de cantina en cantina de barrio en barrio de santuario en santuario.
Conspirar con la sangre latina de Gabriel García Márquez.
(...)
Quisiera mentarle la madre a tu padre, a Nietzsche, a Gorky, y a Simone de Beauvoir.
Respetar aún a Marx, a Lenin, a la lucha de clases.
Y reírme de los comunistas criollos pese a la Perestroika.
No comprender nunca las debilidades de Woody Allen
Cortarle un huevo a Van Gogh y no la otra oreja.
Romper a llorar, escribir mierdas bailar mambo, salsa y más salsa
y jugar con muñecas aún siendo abuela.
Pedirle perdón a mi mejor amiga, a Monseñor Santos y a otros Rodríguez,
volver a ser buena, cursi y pendeja.
Seguir soñando, amando y fornicando y contar chistes hasta llegar
a la hilaridad.
Volar y volar muy lejos hasta encontrar a ese todopoderoso
que me hizo a su imagen y a su todo.
Amén.
2 comentarios:
Leyendo los deseos de Juana ha salido a la superficie uno mío: Cuando estás sentada escribiendo tu blog, vestida solamente con la seda de tu kimono, yo, fiel mastín alojado bajo la mesa, visitaría tu flor de lís durante el tiempo necesario para conseguir, entre saladas contracciones, el carísimo y selecto licor de geisha.
Ays, mi samurai, mire usted que me gusta que rieguen mi flor de lís lo que precise una maceta delicada... y bajo el kimono, como bien ha dicho, y yo confirmo, no llevo nada más que mi piel.
Saludos reverenciales y exponenciales.
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