Mercedes de Acosta y Marlene Dietrich comenzaron un romance y una especie de batalla floral. Mercedes mandó a Marlene flores blancas para llenar una habitación y Marlene inundó a Mercedes con más y más flores (tulipanes, orquídeas, rosas, doce docenas de claveles). Cuando Mercedes le rogó que parase porque no tenía suficientes floreros, Marlene le mandó jarrones de Lalique y más flores. Mercedes se quejó de que su casa se había convertido en “una especie de manicomio de flores”.
Cuando Mercedes finalmente trató de poner fin a los excesos florales: “Si me mandas una flor más te tiro a tu piscina”, Marlene empezó a mandarle botones joya, telas, más jarrones, pañuelos de seda, guantes, caviar, jerez…
Anécdota tomada del libro: “Greta y Marlene” de Diana McLellan, altamente recomendable y lleno de anécdotas.
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