Preámbulo:
Nos encanta compartir nuestros viajes pues sin demasiado esfuerzo y como si de una especie de conjura del universo se tratara, nos ayuda hacer que sean de lo más enriquecedores y desde luego de mucha, mucha risa, dicen que sonreír tiene unas propiedades anti-envejecimiento que ni la mejor crema, ni mano de un cirujano plástico son capaces de llegar hasta lo más profundo de la epidermis.
Siendo honestas, decir que la idea del viaje a Tánger la tuvo mi querida amiga del alma Elvirus, conste que ella me llama Helenus, alias que utilizamos cuando estamos tramando alguno de nuestras salidas.
Desde luego lo que hace una hora de avión... te traslada a miles de años de nuestra ERA pero encantados todos, ellos se llevan nuestros UROS y nosotros hacemos un viaje al PASADO con pequeño toque de actualidad, si, si, si, hay móviles, internet, coches deportivos y tiendas de alto standing.
Desde el mes enero más o menos ya teníamos pensado hacer un pequeño viaje, no sabíamos el destino pero lo que teníamos claro que fuera, BBB, Bueno, Bonito y Barato, yo dejé este que-hacer en manos de Elvirus hasta que un día me comenta: Helenus lo tengo, lo tengo.
Salida:
Emprendemos el viaje, como siempre el momento de más tensión, después de lo acontecido en las líneas aéreas mundiales, es el despegue del avión, mareo va, mareo viene, pero entre mareo y mareo quien nos iba a decir que íbamos a conocer a un tal Beny a la izquierda de Elvirus y a mi derecha una americana Biblia en mano, rubicunda con unas trenzas que ya quisiera Laura Engels de La Casa de la Pradera, con mi inglés cavernícola pero entendible, va y me dice la hija clónica de Michael Landon en la serie: lee la Biblia te ayudará a pasar este mal rato... Espero que no quisiera evangelizar tierra musulmana porque sería la bomba, la bombilla de todas las lámparas de Tifanys; aunque ya sé sabe, con los americanos nunca sé sabe, yo con mi bolsita para no hiperventilar esa era mi Biblia en ese momento.
Oigo decir a Beny al oído de mi amiga, qué ¿tu colega se pasa así todo el viaje? Elvirus responde de una forma rotunda, pero como yo la conozco nada creíble para mí aunque sí para ese nuevo desconocido, no, no, no solo es al despegar; coño al despegar como que fuera una broma el despegue. Después de utilizar varias bolsitas de papel para controlar mi super-ventilación parece que vamos a tomar tierra, dicho y hecho aterrizamos. Nunca vi un aeropuerto tan vacío, por Alá!, para recorrer escasos 25 metros estuvimos esperando una guagua 20 min, con lo bueno que es caminar para el cuore!!!
Llegada:
Momentos de cambios, si todo son cambios en este caso de UROS, como lo llaman los tangerinos, yo que soy cotilla entre las cotillas miré a mi espalda y veo tres compatriotas con dinero en mano, ninguna de ellas llevaba más de 50 €, me estaba quedando ojiplática cuando entre Elvirus y yo íbamos a cambiar la nada desdeñable cantidad de 600 € y siempre contando con la tarjeta de crédito a la cual nos gusta sacar a pasear de vez en cuando, más de vez que en cuando porque coño, ¡Cómo nos gusta lo bueno!
Ya tenemos en nuestro poder más de 6.000 drihams, le pregunto al cambiador de divisas si tendríamos bastante para 3 días, y él que tenía de simpático lo que yo de monja, nos salta: más o menos... entonces llega como un rayo a mi cabeza los 50 € que tenían cada una de nuestras colegas, a ellas no las iba a llegar ni para comprar un colajet, a no ser que fueran a cenar un cuscus y vuelta pá Madrid. En cualquier caso, igual era mejor su elección que la nuestra ya que teniendo el dinero por muy barata que sea la vida, como si de un niño de 5 años se tratara, lo queremos todo, nos gusta todo, y desde luego compramos casi todo.
Taxi, Taxi, allí estaba el taxista ávido de UROS, y empezamos el regateo, nosotras sabíamos de antemano por lo que habíamos leído, lo que más o menos, nos tendrían que cobrar, Abdul nombre del ávido cazador de Uros, tras un ratito de jueguecito al regateo conseguimos sus servicios, le alquilamos el taxi para toda nuestra estancia Tangerina.
Estancia:
Por fin, hotel bendito hotel en el centro de Tánger, con un poco de cansancio acumulado empezamos a planear el día. En internet tenía 4 estrellas, luego 3 estrellas pero para nosotras especialistas en hoteles de toda índole no superaba las 2 estrellitas apuntando a una tercera.
Y sucedió, llegamos a nuestra planta donde se encontraba nuestra alcoba, Coño con perdón! Era como si estuviéramos en la planta de cardiología o cualquier otra especialidad médica, pues parecía un hospital de los años 70 españoles.
Teníamos que empezar nuestra estancia con la degustación de la gastronomía típica del país, pues a ello. Salimos a buscar la conduma para llenar nuestras barriguitas. Veíamos muchos establecimientos de kebah, sándwich, pero nosotras no queríamos eso; lo que nos va es meternos en plena idiosincrasia del lugar que visitamos, tras entrar en 3 establecimientos típicos en ninguno nos daban de comer, ¿sería por qué somos mujeres? Zas, el sitio más cutre de la cutrería, la tasca más tasquera, allí nos adentramos tan panchas, todo hombres en la parte de abajo a lo largo de una barra de aluminio y en la de arriba unas mesas, en una de ellas con tres mujeres solas, algo insólito y luego otra mesa con cuatro hombres, a la cual me acerqué para ver que se llevaban a la boca. Había mesas de sobra, fuimos a sentarnos en la mejor, la que daba a la salida de humos, mugrienta, gris, grasienta pero lo elegimos nosotras porque a veces nos pasamos de listas. Estábamos sentadas en nuestra mesa especial y como tardaban en venir me levanté, abordé las escaleras y sin terminar de bajarlas le dije uno de los camareros: por favor la carta, qué carta ni que cartón que gilipollez! Ahora, ahora, fue la respuesta del camarero.
Sin decir esta es boca es mía y yo como lo que me gusta, a los 10 min vemos venir dos platos con pollo, arroz, una especie de pisto y patatas fritas... esto son lentejas si las quieres las tomas y si no las dejas... para nuestro asombro dijimos: va ser esa nuestra comida, joerrrrrr pero si no nos han preguntado lo que queremos pero bueno ahí estaban los dos mantelitos de papel y de repente veo que el camarero parte otros dos en cuatro, esas serían nuestras servilletas, un papel duro, nada absorbente y por fin las viandas encima de la mesa. Nos dieron un tenedor a cada una, pero claro necesitábamos cortar el pollo, ja! Aquello quemaba como la madre que lo parió, y es donde entra el título de este pequeño cuento de realidad. Intentamos comer con las manos pero las yemas de sus dedos ya están acostumbrados a esas temperaturas, las nuestras no, por eso pedimos unos cuchillos para cortar el pollo. Nos traen un cuchillo para dos y con mucha suerte, estaba escaso de limpieza pero en fin, lo que no que no mata, engorda. Un dicho muy socorrido para situaciones como está cuando el hambre es de dos tipos: uno, comerte la cultura del lugar y otro comer la gastronomía que ofrece éste.
Por cierto, la bebida no podía faltar, nosotras acostumbradas a un vinito, deleitamos nuestros paladares de tradición vinícola con unas coca-colas y fantas, más grandes y baratas que en España.
Sigamos con nuestra comida que para nuestro grato asombro estaba deliciosa. Si deliciosa, es curioso que un cuarto trasero de pollo, arroz, especie de pisto y unas simples patatas fritas resulten como si te estuvieras comiendo un buen solomillo de ternera gallega, pero para cuando os comente lo que nos costó entonces podría compararse con uno de esos exclusivos platos que hace nuestro Adriá y su famosa tortilla destrozá con hidrógenos, potasios y magnesios.
Y la autora, que abrirá en breve un blog: Con vistas a la galeria
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