01 noviembre, 2009

Infidelidad, I – Beauvoir a Sartre

No es que tenga en alta estima la fidelidad... pero hablando con una amiga, me dice, Geisha, estás desfasada, en Europa eso ya está superado, se da por hecho que todo el mundo es infiel, hay que tener cierta flexibilidad... Ya hasta la legendaria fidelidad de los caballitos de mar se ha puesto en duda. En principio son monógamos, en principio como todo el mundo y después viene eso del coup de foudre, el fall in love, el flechazo o flasheado que imbecibiliza.

Veamos tres cartas de tres grandes mujeres que confiesan su infidelidad a su pareja.

Carta de Beauvoir a Sartre, ella le cuenta su infidelidad, tenían permitido estas pasiones pasajeras, que luego resultaron para ambos toda una desilusión.

Querido pequeño ser:

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir.

Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: “¿De que se ríe?”.

Y le contesté: “Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo”.

Y replicó: “Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía”.
Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata.

Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.

Te beso tiernamente, tu Castor.

4 comentarios:

Julia Ardón dijo...

Qué belleza...

Anónimo dijo...

La mejor forma de decir las cosas.
Para mí, el mejor discurso es el claro y directo. Caiga lo que caiga, y si soy yo en los brazos amantes de quien lo merezca, qué mejor.
Buena referencia.
No creo que sea tema olvidado -la fidelidad- en ningún sitio.
Cuando así fuere el mundo sería distinto, además que las infidelidades dejarían de resultarnos tan entretenidas.
Gracias por ese instinto tuyo con que compartes anécdotas de infieles di-ver-ti-di-si-mas.

Mar.

Ah, Geisha no he podido encontrar en México el "Testo yonki"... :-(

Noelia dijo...

El Castor y Sartre solo se querian con la cabeza y estaban alienados con su libertad, hasta que el Castor conozca al fin al gringo sociologo que la quizo de verdad. Pero el duo (mas que "pareja") Sartre-Beauvoir paso a ser mito y eso era lo que buscaban al fin y al cabo, nada mas.

Geisha dijo...

Julia, cuánto tiempo ¿dónde ha andado?, creí que su blog lo abandonó. Vuelvo a linkearla en breve.

Marmol, me alegra que encuentre las infidelidades divertídisimas... claro, siempre lo son la de los otros.

Vaya, no me diga que en México no se ha editado. Uf, una pena.

Echos, gracias por participar. Y sí, completamente de acuerdo, ellos en vida ya se veían leyendas, de hecho los alumnos y no alumnos llenaban sus clases hasta la bandera.

Besos