31 marzo, 2007

El teatro de la vida


Al igual que Arniches y Calderón de la Barca creo que el mundo es un teatro, y que cada uno tenemos designado un sitio en él para asistir a este espectáculo de la vida. Pero el mal gravísimo es que en este teatro casi nadie está en su localidad. Todos nos creemos preteridos con los que nos repartieron, y, desde luego, mal acomodados. ¿Por qué voy a estar en la fila duodécima y fulanita en la primera? Buscamos al acomodador y le decimos: “Me voy a sentar en las primeras filas que soy corta de vista”. “Bueno, pues siéntese aquí, en la segunda, la cuarta butaca está vacía. Si viene el ocupante, ya le avisaré”

Y como casi todo el público se halla colocado en iguales condiciones de interinidad, en cuanto se oye el taconeo de un espectador que entra, todo el mundo se siente desasosegado e inquieto: “Viene a sustituirme”. Pensamiento válido para todas las funciones y representaciones de la vida.

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